007 – Respuesta Coral al Documental «Chasing Asylum» – Francesca Colzani

Número 1, Volumen 1, Marzo 2019 44 | Escritos Relacionales, IARPP-Chile

RESPUESTA CORAL al Documental “CHASING ASYLUM”:

“La Necesidad De Pronunciarse Ante La Injusticia”1

Francesca Colzani.*

“Al guardar silencio sobre el mal, al enterrarlo tan hondo dentro nuestro que no aparezca ninguna señal de él en la superficie, estamos implantándolo, y surgirá en el futuro mil veces más fuerte. Cuando no castigamos ni reprochamos a los que hacen el mal, no solo estamos protegiendo su trivial ancianidad, estamos destruyendo las bases de la justicia para las nuevas generaciones”.

Alexander Solzhenitsyn, El Archipiélago de Gulag 1918-1956.

RESUMEN

El presente trabajo es el comentario del Documental “Chasing Asylum”, en el contexto de un panel sobre el mismo en la 14ª

Conferencia Internacional IARPP . realizada en Sydney, Australia en el año 2017. En este artículo se hace una reflexión ética acerca del inconsciente y la justicia, en el contexto del tema del refugio y asilo que expone críticamente el documental, así como se valorizan las expresiones estéticas de denuncia y reflexión sobre estas temáticas. El texto conserva su edición original como ponencia de un congreso. De allí que las referencias a Diapos están referidas a imágenes simultáneas a la exposición.

Ver “Chasing Asylum”, el documental de Eva Orner a discutir en este Panel, me tomó mucho tiempo. El documental no podía ser visualizado desde las plataformas disponibles en Chile, por lo que los organizadores de la Conferencia decidieron enviarme un DVD. Por diversos motivos, Correos, Navidad y Océanos de por medio, el DVD demoraba mientras se acercaba la fecha de entrega.

Como era la única participante latinoamericana en el Panel, decidí comenzar a escribir e investigar con lo único que tenía: el título del Panel y el del documental. En esa búsqueda, me encontré con material relacionado con asilo e injusticia que consideré tan valioso, que me convencí de que podía –y quizás debía- complementar la discusión sobre el documental australiano con material producido por latinoamericanos que hablaban en el mismo idioma de los mismos temas. Encontré tal diversidad de voces, que llamé a esta presentación “Coral”.

Tenía el título del Panel, que encontraba sugerente como punto de partida. Pero… existe realmente una necesidad de pronunciarse ante la injusticia? Cómo emerge; como no emerge? Esta línea de pensamiento me llevó a terrenos teóricos sobre la justicia y el inconsciente y, de hecho, encontré material interesante.2 Pero otras preguntas, como la forma en que intervienen los procesos sociales, la cultura, o la historia, me llevaron hacia un tipo de literatura diferente.

Se me hizo evidente que, tanto mi formación como mi experiencia como psicoanalista, no eran suficientes para enfrentar estas preguntas con las herramientas necesarias para incluir factores socio-políticos y culturales en mi análisis. La literatura sobre trauma tiende a enfocarse más en la experiencia del paciente, o de la díada analítica, que en la experiencia colectiva del trauma. Quiero aclarar que yo no he trabajado con refugiados. No he sido activista. Más bien, espero representar hoy a la mayoría de nosotros que, sensibles ante la injusticia, nos hemos quedado en los márgenes del discurso y del activismo social.

1 Trabajo presentado en la 14ª Conferencia Internacional IARPP . Sydney, 2017

2 Entre otros: Eric Rayner, 1999; Julia Beltsiu, 2016; Jordan, Morales, Muñoz, 2016.

* Psicóloga Clínica PUC. E-mail: francesca.colzani@gmail.com

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Francesca Colzani

Cómo han abordado la injusticia socio-política y el abuso institucionalizado nuestras instituciones psicoanalíticas? En el caso de Chile, cómo enfrentó este tema nuestra institución psicoanalítica durante el régimen de Pinochet? Intentaré abordar algunas de estas preguntas más adelante.

Tenía también el título del documental, “Buscando Asilo”. En el último tiempo hemos estado inundados de imágenes de refugiados alrededor del mundo. Explorando, encontré un documental de Wim Wenders sobre el fotógrafo brasilero Sebastiao Salgado.3 Sus potentes imágenes de personas en migración constituyen, creo, tanto una experiencia estética como una conexión emocional con esos seres humanos experimentando el exilio. Incluiré algunas de esas imágenes.

Durante esas semanas de espera murió el sociólogo, filósofo y escritor Zygmunt Bauman. Me sumergí en su libro “Extraños Tocando en Nuestra Puerta”. Estoy profundamente en deuda con este hombre que, habiendo sido un refugiado él mismo, ofrece un análisis integrador y lúcido de las problemáticas relacionadas con la migración.

Finalmente, encontré un reportaje acerca del documental chileno “Los Nietos del Mar”,4 sobre una experiencia muy distinta en Sicilia, en donde reciben inmigrantes desde África y los ubican en asilos… de ancianos. Incluiré imágenes de ese material, como una forma de conectar con algún sentimiento de esperanza.

Y entonces, “Chasing Asylum”, en formado CD, llegó a mi puerta.

El documental muestra lo que le sucede a las personas que buscan asilo en Australia, llegando a sus costas en bote (Diapo 1). Las llevan a unos campamentos de refugiados en unas islas remotas (Diapos 2 y 3), donde terminan languideciendo en un limbo, en condiciones físicas y emocionales deplorables, sin poder salir, sin saber por cuanto tiempo estarán allí (Diapos 4 y 5), lejos del escrutinio de los medios.

Su impacto me llevó a preguntarme si hacer psicoanálisis en mi consulta privada tenía algún sentido. Me acordé de la sensación que tuve en uno de los grupos de discusión en el Congreso IARPP en Roma, donde colegas de Grecia – que pasaba por una severa crisis en ese momento – contaban que su práctica clínica se había vuelto imposible. No solo porque no había pacientes que pudieran financiar una terapia, sino porque sentían que estaban realmente “en el mismo bote” con sus pacientes. En el mismo bote.

La idea de que lo que está pasando en otro lugar del globo nos afecta a todos no es nueva, pero se me hizo evidente de un modo más directo. Aunque nosotros, los latino-americanos, estamos “lejos”, y los problemas que tenemos actualmente con la inmigración parecen francamente de una escala menor comparados a lo que vimos en el documental, sí creo que estamos todos en el “mismo bote”, cada día más. Cito: “Estamos todos viviendo, nos guste o no, en un planeta “cosmopolizado” con fronteras porosas altamente osmóticas y una interdependencia universal”. (Beck, 2006, citado en Bauman, 2016).

Aunque en décadas recientes los psicoanalistas progresivamente han ido incluyendo factores contextuales en su comprensión y análisis, y en los Congresos5 progresivamente se han ido incluyendo estos temas (este panel es una ilustración de ello), la formación psicoanalítica aún no incluye conocimientos básicos para aumentar y sostener nuestra capacidad para pensar críticamente sobre nuestra sociedad, nuestra historia y cómo nos relacionamos con ella.

En un muy reciente número de Psychoanalytic Dialogues, en 4 6 artículos se discute cómo el trauma cultural y lo sociopolítico han sido resistidos y descartados en el psicoanálisis. Guralnik (p. 658) lo dice sin rodeos: “Holmes discute …una`norma´ institucional que relega lo socio-político fuera del discurso psicoanalítico. Esta es una realidad desconcertante, ya que existe un impresionante acopio de trabajo… que sí integra el discurso psicoanalítico y el socio-político; sin embargo, éste es sistemáticamente ignorado… y migra a los márgenes una y otra vez, cínicamente olvidado y luego redescubierto, vaciando así la dimensión socio-política de la realidad psíquica de la corriente principal del psicoanálisis, dejándola en una posición carencial y defensiva”.

Tumala-Narra (p.665) agrega: “Desde una perspectiva psicoanalítica, plantear el problema del trauma cultural requiere que examinemos nuestra evitación, tanto consciente como inconsciente, de la injusticia social”.7

Nuestra Asociación Psicoanalítica Chilena (APCH, miembro IPA) no fue la excepción. Un miembro activo de la institución desapareció en 1976 durante el régimen de Pinochet. Después de esa fecha, “no hay ninguna acción detectable (reconociendo o denunciando el caso) de la APCH ni de ninguno de sus miembros…8 De esta manera, la institución refuerza y duplica su desaparición” (Vetö, 2011). Aunque varios miembros de la APCH trabajaron con organizaciones de derechos humanos durante todo el período de dictadura, lo hicieron por su propia cuenta y riesgo. Pienso que la disociación y la negación definen como nosotros, institucionalmente, abordamos nuestro contexto socio-político durante la dictadura. Una anécdota ilustradora:

Durante una reunión vespertina9 en la que había un invitado internacional, la sala estaba repleta. Por supuesto, hablábamos sobre psicoanálisis y no estábamos conectados explícitamente en forma alguna con nuestra situación socio-política. De repente, se escuchó un fuerte PAH-PAH en la calle. Alguien gritó: “AL SUELO!!!” y todo el mundo se tiró al suelo, debajo de las sillas (mi analista didacta y yo coincidimos debajo de una, pero esa es otra historia). Después de un rato, un miembro valiente se acercó a la ventana y levantó un poco la cortina. Afuera, niños jugando. No eran disparos, eran cuetes. Todo el mundo se levantó lentamente, ordenamos las sillas y la reunión continuó tranquilamente. Por supuesto, no se dijo nada.

Así que… estábamos conectados con nuestro contexto político después de todo. Los disparos, en ese tiempo, tenían que ver con enfrentamientos, persecución y resistencia.

La negación de esa conexión permaneció activa en nuestra institución durante la dictadura y bastante después de que se re-estableciera la democracia en nuestro país, como lo ilustra esta anécdota. Usamos nuestra teoría defensivamente10. Un grupo de candidatos escribió sobre el clima de persecución instalado en la APCH, pero se enfocaron en los mecanismos proyectivos intrapsíquicos y en las dinámicas de grupo de Bion, sin llegar a hacer el link con el clima político y la persecución real que existía en ese momento en el país11. Permanecimos disociados, aislados de la sociedad, cerrados como grupo, sintiéndonos especiales y superiores, poseedores de un conocimiento sofisticado. Compartimos una posición institucionalizada que cuidaba nuestros privilegios y supervivencia, ignorando nuestra responsabilidad como miembros de una comunidad. La institución no tenía “ninguna comprensión de que este aislamiento era, en sí mismo, una posición política” (C. Fischer, 2016, p. 236).

Podemos decir que siempre estamos insertos en nuestro “Zeitgeist”12 –en el espíritu de nuestro tiempo– y esta noción nos ayuda a ser más comprensivos y menos enjuiciadores respecto a lo que nosotros, individuos, grupos o sociedades, hemos hecho o dejado de hacer en el pasado. Sin pretender mirar desde arriba o desde afuera, creo que tenemos que extremar nuestros esfuerzos para detectar nuestras actuales ficciones, aquellas que damos por hecho como verdades universales.

Estas ficciones estructuran la forma en que nos posicionamos en la sociedad en el presente lo que nos concierne es lo “intrapsíquico”. Si tenemos opiniones acerca de lo que ocurre en nuestra sociedad, estas deben quedar fuera de nuestra consulta y fuera de nuestra institución. Lo contrario era “no-analítico” y podía indicar el “no haber tenido suficientemente análisis”.

Una de estas ficciones bien puede ser la forma en que son percibidos los refugiados. Los refugiados- estos extraños que han golpeado las puertas de otra gente desde siempre (Bauman, 2016), huyendo de guerras, de la represión o el hambre- se han convertido en fuente de ansiedad y miedo, globalmente, para todos aquellos detrás de esas puertas. O sea, nosotros. Se han convertido en los portadores de malas noticias y también en recordatorios de nuestra propia vulnerabilidad. Podemos aferrarnos a la ilusión de que tenemos algún control sobre la permanencia de nuestro modo de vida o de nuestro territorio.

Pero aquellos “otros” exponen nuestra fragilidad. No podemos negar tan fácilmente ahora cuan precario se ha vuelto el equilibrio de nuestro mundo, tal como lo conocemos.

Así, los refugiados son rechazados, estigmatizados13, deshumanizados, objetivados. Tratados como “gente-nada” (“nothing people”), como denuncia el director Camboyano Rithy Panh.

Para una excepcional descripción de lo que estas palabras pueden significar para aquellos que están siendo estigmatizados, recurro a extractos del testimonio de Emmanuel Levinas, sobre su propia experiencia como prisionero en un campo de concentración alemán:

“los otros hombres, llamados libres (…) y los niños y mujeres que pasaban por ahí y a veces levantaban la vista, nos despojaban de nuestra piel humana. Éramos subhumanos, un montón de primates. Un leve murmullo interior, la fuerza y la miseria de los perseguidos, nos recordaban nuestra esencia de criaturas pensantes, pero ya no éramos parte del mundo…y entonces… un perro vagabundo entraba al campamento… nos esperaba cuando volvíamos, saltando y ladrando de contento. Él no tenía dudas de que éramos humanos… un perro carente del cerebro necesario para universalizar máximas…”

(Levinas, 1963, citado en Orange, 2010).

Estas mismas palabras bien podrían haber sido dichas por los prisioneros de las islas Nauru o Manu. Seres humanos que parecen haber sido excluidos de la categoría de legítimos merecedores de derechos humanos. Si los refugiados son objetivados como “una amenaza”, el asunto de la migración se desplaza “de la esfera de la ética a la de la seguridad” (Bauman, p.86). Este viraje hace que los políticos y los gobiernos se sientan “autorizados”, o “con derecho a” justificar políticas como aquellas expuestas en “Persiguiendo Asilo”, valiéndose de la explotación de miedos y ansiedades generalizados14 que estos seres humanos estigmatizados han terminado por hacer surgir. Los refugiados han sido simetrizados 15 -hechos equivalentes a- cambios catastróficos.

En Chile, se llevó a cabo un estudio16 que mostró cómo El Mercurio estratégicamente manipuló la opinión pública (durante el período que precedió al golpe de estado) mediante la publicación sistemática de noticias de declaraciones y protestas de izquierda, visualmente en contigüidad con noticias sobre hechos de delincuencia, crímenes, accidentes, catástrofes naturales – terremotos, incendios, inundaciones – que hacía emerger en la gente lo que Durán llamó “Imagen Angustiosa Del Mundo”, una angustia difusa a ser asociada inconscientemente al comunismo y la izquierda. Así, el clima social fue preparándose para justificar el Golpe. En el lenguaje de Laing, la sociedad chilena estaba siendo mistificada17.

Así, Australia debía “detener los botes”. Algunas voces del documental: “los refugiados se han olvidado de quienes eran”, dice una joven, apuntando a su degradación. Las autoridades, por su parte, recurren a la mistificación: justifican sus políticas haciéndolas aparecer como por razones humanitarias: “Lo más compasivo que podemos hacer es detener los botes… para que los refugiados no se ahoguen en nuestras costas”. O “para que no se mueran en nuestra puerta”, como dice alguien más honestamente.

Pero la intención del Gobierno es influenciar, mandar un mensaje, a los potenciales buscadores de asilo. Como escribe John M. Coetzee: “Deliberada y explícitamente, el castigo (detención por tiempo indefinido en una isla remota) por acercarse a la costa de Australia en bote es totalmente desproporcionado, porque el objetivo es desincentivar a los que buscan asilo (Coetzee y Kurtz, 2015, p.135).

Dedicaría un capítulo entero a los niños en las islas. Pero la descripción que hace en cámara el Dr. Peter Young no necesita más palabras. Desgraciadamente, también podrían aplicarse en Hong Kong 1995 (Diapos 6 y 7), Croacia 1994 (Diapo 8), Zaire 1994 (Diapo 9) y más. Siempre los niños. Por estos días, está Aleppo (Diapo 10), Europa (Diapos 11 y 12) y tanto más.

Pero África ha estado padeciendo por décadas. Mucho antes de la crisis de refugiados en Europa, el fotógrafo brasilero Sebastiaö Salgado capturó la desdicha de los desposeídos (durante 1994 y 1995) en lugares como Tanzania (Diapos 13 y 14), Ruanda (Diapos 15 y 16), Zaire (Diapos 17 y 18), Angola (Diapo 19), Etiopía (Diapo 20).

Las diferencias entre las culturas, las religiones, las ideologías y los valores son tan inmensas, actualmente, que resulta difícil imaginar un mundo con regulaciones fronterizas saludables. La idea de que “o logramos paz para todos o no habrá paz alguna”18, de Michael Gorbachov, parece inalcanzable, mientras se ignoran continuamente los tratados internacionales. En su lugar, se instalan políticas de separación (rejas, muros, campamentos, centros de detención, prohibiciones discriminatorias).

Pueden traer soluciones en el corto plazo… pero parecen condenadas al fracaso en el largo plazo. “La única salida”, que Bauman propone suena irreal hoy, me parece; pero no logro pensar en alternativas. “En vez de rehusarnos a enfrentar los desafíos de ‘un planeta, una humanidad’ de nuestros tiempos, lavándonos las manos y parapetándonos frente a las perturbadores diferencias, disimilitudes y extrañezas autoimpuestas”, escribe, “debemos buscar ocasiones para llegar a un creciente contacto íntimo con ellos – ojalá con el resultado de una fusión de horizontes, en vez de la inducida, artificial y auto-agravante fisión” (Bauman, 2016, pp 18-19).

Gente de diversas disciplinas se ha ido involucrando. La instalación del artista visual chino Ai Wei Wei en Berlín (Diapo 21) el año pasado usó miles de salvavidas de refugiados que lograron llegar a Grecia desde Turquía. Algunas personas se han transformado en activistas anónimos corriendo riesgos personales, como Cedric Herou en Francia, que ahora arriesga cárcel por ayudar a refugiados a cruzar la frontera entre Italia y Francia (Diapos 22, 23 y 24). Vamos a necesitar líderes abiertos de mente y corazón como Malcom Frasier (Primer Ministro australiano cuya visión inclusiva permitió la migración vietnamita, en los 70, ahora próspera e integrada) y muchos otros. También necesitaremos las Instituciones políticas que permitan la construcción de caminos viables en la dirección correcta. Creo que nosotros, habitantes de este siglo, no tenemos mucho tiempo para cambiar el sentido (la dirección) del vector que nos está llevando a la destrucción y la muerte.

A veces el exilio termina: estas mujeres lucen sus mejores ropas para reunirse con sus familias en Mozambique (Diapos 25 y 26). Finalmente, lo que pasó en Sicilia, registrado en el documental “Los Nietos del Mar” es esperanzador. Los jóvenes llegaron en bote desde el norte de África, no tenían nada. Los ancianos en el asilo esperaban la muerte, o algún llamado de algún pariente remoto. Les dieron asilo, les enseñaron italiano. Los jóvenes les dieron vitalidad y la sensación de servir para algo, en retribución (Diapos 27, 28, 29, 30 y 31).

Como dije al comienzo, he incluido las “voces” de otros. Un par de líneas o un par de imágenes no es mucho, pero las vi como potenciales aperturas hacia una visión más amplia y texturada en capas.

18 Michael Gorbachov, entrevista para CNN. Link en Referencias, última página.

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Referencias

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Francesca Colzani

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